Nací en Barcelona en 1977. Al año nos trasladamos a Madrid y poco después a Cáceres, una pequeña ciudad pero con cierto encanto, como prueba que sea Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Me recuerdo en mi infancia tratando de escalar a cualquier lugar a mi alcance, corriendo sin parar, jugando y peleándome con mis hermanos, visitando el campo cada semana, leyendo todo lo que podía (solía devorar los libros de Roald Dahl), pasando el tiempo con amigos en la parte antigua de Cáceres y viajando por Europa con mi familia en verano.

Descubrí mi pasión por la fotografía con 13 años. Algo genial ocurrió antes de comprar mi cámara: fui tantas veces a la tienda a preguntar dudas que finalmente el dependiente me regaló un libro de fotografía, el cual memoricé instantáneamente, lo que me ayudó a ser mejor fotógrafo desde el principio y a propulsar mi motivación.

Con 15 años me tuve que mudar a Madrid. En ese periodo complejo de transición, al menos tenía mi cámara para seguir creando y progresando. Pronto me interesé por las exposiciones múltiples y los efectos zoom, técnicas que me ayudaron a ganar mis primeras competiciones fotográficas, ya en época universitaria (bastante indeciso cursé Ingeniería Química).

En ese mismo periodo, compré una cámara de formato medio, un tipo de cámara con un tamaño de negativo mayor que las réflex. A pesar de su peso, con ella me entusiasmé aún más por la fotografía, no solo por su impresionante calidad de imagen, sino por su ausencia de automatismos, lo que hacía el momento de la toma más premeditado, elaborado y artesanal.

Próximo a terminar mis estudios universitarios, pasé un examen que me permitió apuntarme a un curso de fotografía de estudio. Trabajar en un estudio, en la penumbra de la luz de modelado de los flashes, me resultó y sigue resultando una experiencia fascinante. En ese curso usábamos cámaras de gran formato, que son cámaras con un tamaño de negativo enorme (mayor que el de las cámaras de formato medio), capaces de producir una calidad sobrecogedora.

Finalmente, me apunté a un curso de editado digital de fotografía, el cual era exactamente lo que necesitaba para desarrollar mis composiciones artísticas. Todo ello supuso nuevas fuentes de motivación por la fotografía.

Cuando acabé la carrera viajé a Bristol (Inglaterra) durante cerca de un año, tratando de dejar atrás mis estudios académicos, pero finalmente por distintas circunstancias me incorporé al mundo laboral como ingeniero.

Después de más de una década trabajando y viviendo en diferentes ciudades y países, decidí regresar a mi casi natal Cáceres, para centrar mi actividad en la fotografía artística. Nuestra actitud realmente cambia cuando hacemos algo vocacional y finalmente he encontrado paz mental sobre lo que quiero hacer el resto de mi vida.